15 de noviembre de 2018

Depresión

Se trata de una enfermedad que afecta física y mentalmente a las personas, haciendo que cambie su manera de sentir y de pensar. Se caracteriza por un abatimiento continuado, en el que priman sentimientos de desinterés, tristeza y melancolía. La depresión tiene causas físicas y psicológicas. Uno de los aspectos más interesantes es que en los últimos años se ha descubierto que esta enfermedad provoca cambios visibles en el cerebro.

Todo parece indicar que en la persona deprimida la amígdala, una zona relacionada con el procesamiento de las emociones, se desacopla de la red emocional. Esto haría que procesen con menos precisión las situaciones que tienen un impacto emocional y, por ende, que perciban los hechos neutros como negativos.

En práctica, sería el mecanismo que les hace ver el mundo de color gris. No solo afectan la capacidad para regular las reacciones emocionales y concentrarse, sino que además se encuentran en la base de la pérdida de la memoria y la aparición de pensamientos negativos recurrentes. 

El órgano como tal sufre modificaciones en su estructura y funcionamiento. Estas son algunas de ellas.

La depresión reduce la materia blanca del cerebro

Un grupo de investigadores de la Universidad de Edimburgo, en el Reino Unido, realizó un estudio que luego fue publicado en Scientific Reports. Los expertos concluyeron que la materia blanca del cerebro disminuye en las personas que tienen depresión. Los resultados mostraron que las personas deprimidas, o con síntomas de depresión, tenían una menor cantidad de materia blanca en el cerebro. Esta es la encargada de coordinar la comunicación entre los diferentes sistemas del cuerpo humano y entre las diferentes zonas del cerebro. 



Disminución de la materia gris

La materia gris, por su parte, es la zona encargada de procesar la información de todo tipo. Esto incluye el procesamiento de las emociones. Algunos estudios han evidenciado que la materia gris presenta una disminución importante en tres zonas: la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal.

El efecto inmediato de todo esto es que provoca una especie de desacoplamiento emocional. En otras palabras, se altera el procesamiento de las emociones. Esto hace que los hechos neutros sean vistos como negativos. Por lo tanto, estos cambios agudizan la depresión.

Desequilibrio en los neurotransmisores

Otro de los cambios en el cerebro originados por la depresión tiene que ver con un desequilibrio en los neurotransmisores. Básicamente en los niveles de serotonina y dopamina. En ambos casos esto da origen a modificaciones en el funcionamiento del cerebro.

La serotonina se encarga de regular la actividad del hipotálamo. Este, a su vez, es el encargado de regular los ciclos del hambre y del sueño. También las respuestas físicas a las emociones. Si la serotonina baja, el hipotálamo aumenta su actividad de manera descontrolada.

El efecto de todo esto es que los ciclos de la alimentación, así como los ciclos de sueño comienzan a presentar alteraciones. Se come demasiado, o muy poco. Se duerme demasiado, o muy poco.


Hay menor renovación de neuronas

Uno de los efectos de la transformación en el hipocampo, originada por la reducción de la materia gris, es una menor capacidad para regular la producción de cortisol, la hormona del estrés. Esto hace que la persona tenga una tasa menor de renovación neuronal.

La consecuencia de esto es que la persona presenta una menor capacidad para procesar los estímulos asociados al miedo. Por lo tanto, es usual que surja un temor asociado a actividades cotidianas, tales como salir de la casa, hablar con otras personas, etc.

Adicionalmente, podrían presentarse problemas de memoria. Todos estos cambios hacen que la zona encargada de almacenar los recuerdos no funcione adecuadamente. Por lo tanto, la persona deprimida puede presentar problemas para recordar eventos a corto y largo plazo.

Una teoría para explicar la reducción de volumen que experimenta el cerebro como resultado de la depresión apunta al aumento de cortisol, que desencadena una respuesta inflamatoria en el organismo y provoca daños a nivel molecular.

El proceso inflamatorio está vinculado a las citoquinas, unas moléculas que son capaces de traspasar la barrera sangre-cerebro y afectar las funciones cerebrales. Las citoquinas pueden llegar a dañar las sinapsis reduciendo la disponibilidad de monoaminas, cuya disfunción se encuentra en la base del mecanismo patofisiológico de la depresión. Además, expone las células nerviosas al estrés oxidativo, causando su muerte.     

La depresión tiene consecuencias graves, pero la plasticidad cerebral juega a favor de las personas que sufren este trastorno. En 1996 se descubrió la neurogénesis, el crecimiento de nuevas células nerviosas, que comienza precisamente en el hipocampo, donde se desarrollan las células madre que más tarde se dividen y forman nuevas células nerviosas especializadas en distintas funciones.

En un cerebro sano los procesos de degeneración y regeneración están equilibrados, pero en las personas que sufren demencia y depresión prevalece la degradación.


Sin embargo, combatir la depresión, ya sea a través de la psicoterapia, los antidepresivos o incluso el ejercicio físico, puede revertir algunos de los daños a nivel cerebral que provoca este trastorno, estimulando el nacimiento de nuevas células nerviosas.

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